jueves, 8 de marzo de 2012

Enfermedad, pobreza y desarrollo

Muchas de las enfermedades consideradas como más graves en el mundo son aquellas cuya cuna son los países subdesarrollados, tales como el sur de África o América latina. Se trata de un hecho directamente proporcional al nivel económico, cultural y social de los países en cuestión. Un caso muy importante es el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, más conocido como SIDA. El virus causante no deja de ser común en los países de occidente, pero son los países menos desarrollados quienes se ven más afectados por los efectos negativos de éste.

Por otra parte, una enfermedad que afecta gravemente a los países avanzados es la arteriosclerosis. Esta enfermedad se produce como resultado de la acumulación de colesterol y grasa en la pared interna de las arterias, que terminan por dificultar el paso de la sangre. Si dichas placas -llamadas placas de ateroma- afectan a las arterias coronarias, pueden provocar un estrechamiento de tales arterias que impida la llegada de una cantidad suficiente de sangre al músculo cardíaco y dar lugar a una angina de pecho. Los síntomas que presenta una angina de pecho consisten normalmente en dificultad para respirar, especialmente durante la realización de ejercicio físico, y dolor opresivo en el pecho. Si la placa de ateroma acaba obstruyendo completamente una arteria coronaria, entonces se producirá un brusco decremento de la aportación de oxígeno a una zona del corazón, y las células de esta parte morirán. Es lo que se conoce como un ataque cardíaco o infarto de miocardio.

También se produce un infarto de miocardio cuando llega hasta el corazón un coágulo o trombo que obtura la arteria en un punto donde el tamaño o calibre es menor. El ataque cardíaco o infarto de miocardio suele manifestarse mediante síntomas típicos, como dolor o molestias en el pecho, en los brazos, en la espalda o en la mandíbula. En ocasiones puede haber dificultad respiratoria, náuseas o vómitos, mareos o desmayos, sudor fría y palidez. Aquellas personas que sufren dichos síntomas deben ir al médico inmediatamente.

Por otro lado encontramos también numerosas enfermedades que vienen propiciadas por la exposición a riesgos ambientales. En un informe de la OMS (Organización Mundial de la Salud) se estima que más del 33% de las enfermedades de los niños menores de cinco años se debe a la exposición de éstos a riesgos ambientales. La prevención de dichos riesgos podría salvar cada año la vida de muchísimas personas, incluyendo un total de cuatro millones de niños, sobre todo en los países en vías de desarrollo. Según el informe, las enfermedades que provocan la mayor parte de las defunciones causadas por riesgos ambientales están relacionadas con factores que es posible modificar mediante tecnologías y medidas políticas, preventivas y de salud pública ya disponibles. Con la finalidad de obtener los mejores resultados, deben combinarse las medidas sanitarias preventivas con una mejor gestión del medio ambiente, incluyendo la descontaminación.

No obstante, a pesar de los numerosos progresos que han tenido lugar durante las últimas décadas, cada año pierden la vida en todo el mundo más de diez millones de niños. Exceptuando alrededor de un uno por ciento, la mayoría de las muertes se producen en países subdesarrollados, y más de la mitad se deben a la malnutrición, pneumonía, diarrea, sarampión, malaria y VIH/sida. Existen intervenciones eficaces de bajo coste que permiten prevenir, al menos dos de cada tres de estas muertes. Algunas son de tipo preventivo, como la lactancia materna, que fortalece las defensas de los infantes amamantados; los materiales tratados con insecticida, la alimentación complementaria, el suplemento de los alimentos con zinc, los suplementos de vitamina A, una mejor asistencia en el parto y las inmunizaciones.



(Estadísticas de la mortalidad y situación sanitaria en la actualidad)


Si nuestro fin es progresar, primero debemos concenciarnos de que el mundo no es nuestro. Debemos cuidar nuestro entorno evitando dañar o contaminar el medio ambiente. Al fin y al cabo, somos nosotros los afectados por nuestras propias acciones.







La información en la que está basada esta entrada es un artículo y una página de estadísticas del link siguiente: http://www.who.int/es/

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